Discurso del Excmo. Sr. D. Ramón Luis Valcárcel Siso, Presidente de la Comunidad Autónoma de Murcia

EXCELENTíSIMO SEÑOR DIRECTOR DE LA ACADEMIA
ILUSTRíSlMOS ACADÉMICOS
DIGNíSIMAS AUTORIDADES
SEÑORAS y SEÑORES,


Todos cuantos, a lo largo de la Historia, se han preocupado por mejorar el presente y el futuro de los pueblos, han tenido claro que la prosperidad económica y el bienestar material no bastan para hacer felices a los ciudadanos.

Esto ha sido así en todos los tiempos y en todos los países: de Alejandro a los Médici, de los emperadores del Japón a las nuevas repúblicas americanas, la conquista de territorios, la invención de artefactos con que hacer más llevadera la vida de los hombres o el dominio de nuevos mercados que incrementaran su prosperidad no han sido suficientes para enraizar en ellos la convicción de un verdadero progreso.

Y es que los logros materiales han requerido siempre, para garantizar su eficacia y permanencia, el factor cohesivo de un crecimiento espiritual, estético y moral, sin el que las bases de toda civilización pierden su consistencia.

El tiempo que hoy vivimos reclama más que nunca estas verdades. Es el avance del espíritu lo que da sentido a nuestro sistema social y de cultura, como es el espíritu lo que ha llevado al hombre a romper fronteras sucesivas ya dar los saltos cualitativos que le sitúan donde está.

Se dice que en la vida pública es necesario "ilusionar" a los ciudadanos, "inculcarles" valores o hacerles compartir grandes objetivos. En los grandes retos del mundo contemporáneo, los pasos adelante no se cuentan por "objetos" o por "cosas", aunque estos vengan dados en tanto que consecuencias.

Los verdaderos pasos adelante se miden con un rasero interior, con la vara de tasar en qué medida se acrecienta nuestra condición de hombres y hasta qué punto nos hacemos, cada día, más señaladamente humanos.

Es aquí, en el ámbito de lo "humano en exclusiva", donde encuentran su sentido el goce estético, los lenguajes de la palabra, la luz, el espacio o el sonido y, en suma, el aporte vital de las Bellas Artes .

La pujante sociedad civil de nuestra Región, que tiene en estos ámbitos una tradición larga, ha impulsado ahora la iniciativa encomiable de crear esta Academia, cuya Sesión Pública Inaugural nos reúne hoy, y de titularla con un nombre querido que fue causa de una de las joyas de la literatura hispana: "Santa María de la Arrixaca".

Como historiador del arte, me cabe además el inmenso honor de presidir este acto, en el que, ciertamente, estamos haciendo Historia. Una Historia con mayúsculas, que imprime a esta sesión el sello de la persistencia y que la convierte en un legado que ha de pasar a otras generaciones.

No es ésta una ocasión simbólica más. Es un paso adelante que enriquece el acervo cultural de la Región de Murcia, que recoge un hilo espiritual que atraviesa en el tiempo desde Saavedra Fajardo, Salzillo a Julián Romea, Pérez Casas o González Moreno, y que aspira a garantizar la continuidad de tan excepcional herencia por las personas que hoy se sientan entre nosotros y por quienes vengan a reemplazarlas en el futuro. Hoy es, ni más ni menos, la ocasión del . reconocimiento a las obras del espíritu y de la afirmación solemne de su voluntad de permanencia.

Los inicios de esta Academia se remontan a varios años atrás y se apoyan en la labor de personas que mantuvieron el empeño hasta ver aflorar el producto de su esfuerzo. Algunas no están ya entre nosotros y es éste el mejor momento de rendir homenaje a su memoria. Lo que hicieron todas ellas para que esta Academia se creara es motivo de nuestro reconocimiento y de nuestra gratitud.

Atrás quedan los desvelos de los Académicos de Número, cuyo tesón todos agradecemos, y las horas, días y meses de trabajos, gestiones, desengaños y pequeñas frustraciones, que nunca fueron bastantes para sembrar entre ellos el desánimo. Es parte legítima de vuestro contento íntimo apreciar que esos desvelos son los que han llevado a que la Academia de Bellas Artes "Santa María de la Arrixaca" sea una realidad .

Esta región de la luz es rica en artistas, pintores, arquitectos y compositores. Todos tenemos ahora, y muy particularmente vosotros, un deber que es también satisfacción: el de fomentar el conocimiento y estudio del rico patrimonio cultural que ha derivado de aquéllos, como factor clave para impulsarlo y hacerlo crecer.

Vosotros, Académicos de Número y Académicos de Honor, habéis dado un gran paso adelante. Habéis dejado la comodidad de una posición personal reconocida, consolidada, para integrar la primera fila de la defensa de las Bellas Artes. Tengo la esperanza, y la convicción, de que constituiréis la avanzadilla que llame al resto de los ciudadanos a esa defensa, para que contribuyan a ella, ya como actores ya como espectadores implicados en ese afán, o como simples observadores, beneficiarios del hecho de que las Artes encuentren las mejores vías para su fomento.

Los ilustres miembros entre los que hoy nos encontramos, los Académicos de Número a los que hemos impuesto sus medallas, pero también los de Honor que acaban de ser recibidos en esta nueva Institución, no son sólo estudiosos de la creación artística, sino también, en muchos casos, creadores. y es un doble gozo observar que la Región de Murcia sienta en su Academia de Bellas Artes, desde el primer momento, no sólo a los amantes de las artes, sino a sus protagonistas directos.

Esto no ocurre por casualidad, pues esta tierra " es fértil en artistas y sería largo citar no ya a todos ellos, sino siquiera a los más destacados. Creo que la Academia compensa ab initio un error demasiadas veces cometido, cual es ignorar a quienes realmente hacen la obra de arte. y me parece, esta compensación, una sabia medida, porque la grandeza de la verdadera creación reside en esa rebelión intelectual, afectiva y práctica contra lo establecido en los usos y cosas, que suele ser tan próxima al artista y sin la cual poco progreso cierto podríamos esperar. Porque el creador artístico nos lleva más allá de lo que ya existe, unas veces para contemplar la realidad desde otro punto de vista, otras para añadir más riqueza sensorial y conceptual a esa realidad.

No puedo olvidar una faceta importante de las Bellas Artes: el vínculo entre creación artística y progreso. Como señalara al principio, difícilmente se podrá concebir un desarrollo sólido en lo social, e incluso en lo económico, sin ese fomento de las artes que ha distinguido los momentos más prósperos de nuestra civilización.

En relación con esto, no deja de resultar significativo que obviemos ciertos logros materiales de grandes figuras históricas y que, sin embargo, conozcamos perfectamente cuál fue su papel en el mecenazgo de las Artes.

Y es que, al fin, hablamos de una exploración interior que nos libera de nuestros defectos y hace surgir las mejores de nuestras potencialidades. Las Artes son el síntoma: sólo quienes han alcanzado un determinado desarrollo de su sensibilidad cuentan con lo necesario para impulsar la configuración de la realidad más allá de lo ya conocido, haciendo así avanzar las sociedades de las que forman parte.

O dicho en otros términos: cuando una civilización progresa en lo material, es porque posee las ventajas de un desarrollo intelectual y de la sensibilidad cuyo reflejo se hace patente en las grandes obras de arte. Porque esas obras son la muestra visible del espíritu, de los afanes y de la historia de los pueblos, que reciben por ellas los elogios, las críticas o el silencio.

Ya en el reino de lo práctico y lo cotidiano, deseo llamar la atención sobre el hecho de que el fomento de las Bellas Artes incluye la protección de nuestro valioso patrimonio histórico, ciertamente desatendido en otras épocas. Los beneficios que derivan de su cuidado y puesta en valor son innumerables y afectan, como puede verse en los últimos tiempos, a la propia riqueza material.

Deseo concluir saludando de nuevo la creación de esta Academia, con el convencimiento de que su singladura servirá para conservar y enriquecer nuestro patrimonio cultural, impulsar nuevos valores estéticos y ayudar a los nuevos creadores.

Enhorabuena a los Señores Académicos y, a todos, muchas gracias por su amable atención

 

Historia de la Academia
Discurso del Excmo. Sr. D. Antonio Salas Ortiz, Académico de Número Fundador y Primer Director
Discurso del Excmo. Sr. D. Jaime Campmany y Diez de Revenga, Académico de Honor Fundador
Discurso del Ilmo. Sr. D. Francisco Marín Hernández, Académico de Número Fundador
Discurso del Excmo. Sr. D. Ramón Luis Valcárcel Siso, Presidente de la Comunidad Autónoma de Murcia

 

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