Discurso de Ingreso del Ilmo. Sr. D. Javier Artigas Pina

INSIGNE Y SONORA: LA ORGANERÍA DIECIOCHESCA EN LA CATEDRAL DE MURCIA

Discurso del Académico electo
Ilmo. Sr. D. Javier Artigas Pina
leído en el acto de su recepción pública
el día 29 de noviembre de 2010

Excmas. e Ilmas. Autoridades presentes,

Excmo. Sr. Director de la Real Academia de Santa María de la Arrixaca,

Ilmas. e Ilmos. Sras. y Sres. Académicos,

Señoras y Señores.

Un grato deber, que asumo con profunda emoción, es el dirigirme esta tarde a todos ustedes para hacer la preceptiva y pública lectura del discurso de ingreso en esta regia corporación artística murciana en la que su generosidad, más que mis méritos, me acepta hoy como compañero suyo.

Pero todo ingreso académico comporta, salvo excepciones, otra tarea mucho menos grata, como es glosar la figura del académico cuya medalla, triste pero orgullosamente, pasaré a ostentar.

Fue el Ilmo. Sr. Don Manuel Díaz Cano, medalla “j” de esta Real Academia, y fallecido el pasado diecinueve de abril de dos mil siete, un artista excepcional y un querido compañero, miembro del mismo claustro del Conservatorio Superior de Música “Manuel Massotti Littel” de Murcia, en el que yo me integré en la ya lejana fecha de septiembre de 1990. Por ello hay en mi, hoy, un singular sentimiento al sucederle en las tareas académicas, como en su momento me uní a él, aun perteneciendo a especialidades y generaciones distintas, para desarrollar las labores docentes de nuestra común condición de catedráticos de música y artes escénicas. Emocionadamente también, evoco aquí su trayectoria concertística, que le llevó a visitar lejanos escenarios y recibir el aplauso de exigentes públicos de tan distintas naciones y continentes: una esforzada experiencia que bien conozco, pues mis recitales y giras me permiten valorar con verdadera justicia esa dedicación que, desde fuera, aparenta ser tan liviana y grata, pero que, desde dentro, es también a veces fatigosa y siempre exigente. Solo una firme vocación y un decidido deseo de difundir nuestra música otorga la energía necesaria para asumir ese reto y salir airoso del mismo, como salió siempre Manuel Díaz Cano, triunfante, personal y profesionalmente.

Ya glosó, mejor de lo que yo pudiera hacerlo, la figura humana y artística del profesor Díaz Cano, quien fuera durante tantos años su compañero y amigo, el Excmo. Sr. Don Antonio Salas Ortiz, nuestro siempre querido y admirado primer director de esta regia corporación, y asimismo llorado colega del Conservatorio Superior de Música “Manuel Massotti Littel” de Murcia, del que fue ilustre director. En el Discurso de Ingreso de Don Manuel Díaz Cano, titulado Apuntes para una Historia de la Guitarra, donde el intérprete, poéticamente manifestaba su amor por ese instrumento, describiéndolo como:

No menos seductora para la vista que para el oído, la artísticamente construida guitarra, expresa los ideales estéticos españoles a través de sus voluptuosas formas y su elaboración con materiales nobles, tan agradables al tacto como a la percepción, llegando incluso acautivar el sentido del olfato con el fragante aroma del cedro español,

Don Antonio Salas le respondía atinadamente, destacando antes que nada, su esencial condición de:

magnífico guitarrista, ilustre catedrático y sobre todo, gran músico murciano porque de murciano he de calificarle no solamente por el título de hijo adoptivo que ostenta, sino porque nació en la provincia hermana de Albacete, tierra de la Región, o mejor dicho: tierra del Reino siempre, y, además porque vino a Murcia muy pequeño y en Murcia y con el nombre de Murcia, ha desarrollado su brillante carrera, iniciada, con catorce años como concertista y extendida por los cinco continentes alcanzando, muy joven, situarse entre los más importantes guitarristas españoles. La razón de mi especial satisfacción habría que buscarla en tiempos lejanos, muy lejanos, cuando Díaz Cano y quien les habla recibíamos valiosas lecciones de aquel gran maestro que fue don José Agüera.

Igualmente sabias y cariñosas fueron las palabras del Ilmo. Sr. Don Miguel Ángel Centenero Gallego, que me ha honrado aceptando hoy contestar mis humildes palabras, cuando en la sesión necrológica celebrada el seis de junio de dos mil siete, en nombre de toda la corporación señalaba:

Músico apasionado, compositor, intérprete y docente de larga trayectoria y sobrado brillo, Díaz Cano se nos fue tal como lo conocimos: con humildad, sin ruidos. Dejó tras de si el respeto de quienes admiraron su arte y el agradecimiento de sus muchos alumnos…

Pero el deber nos reclama de nuevo, y mi discurso no puede circunscribirse a tan merecido elogio al antecesor, sino que debe ofrecerles aquí, aun en apretada síntesis, una primicia intelectual, que en mi condición de artista práctico no podrá separarse nunca de un arte que puede explicarse y documentarse con palabras pero que es, esencialmente, lenguaje sonoro. Así pues, cumplo este precepto académico con un discurso histórico-musical, pidiéndoles que busquen, en su imaginación, los sones que completarán, mejor que con más palabras, lo que he venido aquí a decirles: que no es otra cosa que evocar la grandeza organística de la sede catedralicia murciana, existente ya antes de que el gran órgano Merklin ocupara el justo protagonismo, que hoy felizmente ha recuperado tras su trabajosa restauración.De esta joya decimonónica mucho y bien se ha hablado y escrito, también últimamente, pero ello no es óbice para olvidarnos de unos instrumentos, quizás comparativamente más pequeños en su materialidad, pero que nos dan indiscutible testimonio de una exuberante riqueza, siempre a la vanguardia del momento; tesoros, no por poco conocidos hoy, menos relevantes, y que merecen, sin duda, el justo recuerdo que mis palabras sólo pueden esta tarde esbozar.

Les hablaré así de unos hermosísimos instrumentos tristemente perdidos, pero no olvidados, y de una bellísima música, que, por fortuna, puede volver a hacerse realidad sonora, gratísima tarea que se ha convertido en mi vocación y profesión desde hace ya más de tres décadas, y que, desde mi llegada a estas tierras, ha tenido la fortuna de completarse colaborando estrechamente en la recuperación y restauración de algunos de los más significativos órganos históricos de la región de Murcia. Gracias a estas labores, y al decidido impulso de las autoridades autonómicas y eclesiásticas correspondientes, hoy tenemos en funcionamiento varios órganos murcianos insignes
que bien pueden hacernos soñar con los que se han perdido para siempre, como los que ornaron la liturgia catedralicia en su esplendor barroco y neoclásico.

¿Cuándo desaparecieron esas añoradas joyas de la organería española dieciochesca, herederas de una tradición ilustremente multicentenaria?

Final de una época: El incendio de 1854

Era el Canónigo Secretario del Cabildo de la Santa Iglesia Catedral de Cartagena, sita en Murcia, Muy Ilustre Señor Don Simón Torres Casanova, quien daba noticia del triste acontecimiento sucedido en la ciudad de Murcia con estas palabras (1):

[…] Viernes tres de febrero de mil ochocientos cincuenta y cuatro, como a las diez y cuarto de la noche, hizo señal de fuego la campana llamada del cuarto de esta Santa Iglesia y, al momento, recibí un aviso del Sr. Deán de estar ardiendo el Santo Templo Catedral; en el instante pasé a él y encontré al Ilmo. Sr. Obispo, SS. Deán y Chantre, Barrio y Cebador, Dignidades y Canónigos; Pueyo, Soto y Muñiz, racioneros enteros y medio (no habiendo concurrido los demás SS. Capitulares por hallarse enfermos unos y ausentes los otros) quienes, unidos a las autoridades y personas respetables de la ciudad y despreciando toda clase de peligros, daban las disposiciones más enérgicas para la pronta extinción del fuego, a la vez que para poner en salvo las alhajas, ornamentos, ropas y demás efectos de la Iglesia, como se verificó, y estando igualmente a la mira del Archivo para haberlo trasladado de sitio, caso necesario[…].

El cruel incendio acaecido en esta jornada luctuosa destruyó y arrasó entre otros bienes el Retablo Mayor, la Capilla de las Reliquias, el Coro con su sillería y naturalmente los dos órganos que coronaban los dos laterales, como así nos lo narra otro testigo ocular del desastre, el Muy Ilustre Señor Don Narciso Barrio, Canónigo Penitenciario de la Catedral murciana (2):

[…]Cuando en la madrugada había cesado lo recio del fuego por falta de pávulo, se vio con doloroso sentimiento que había quedado reducido a cenizas cuanto en el Coro se encontraba: desaparecieron sus dos grandes y magníficos órganos, lo mismo que su bella Sillería y las ricas pinturas que la decoraban. Otro tanto había sucedido en la Capilla Mayor, de donde desapareció por completo su antiguo y notable retablo y la preciosa Capilla de las Reliquias[…].

Es Mariano Soriano Fuertes, hijo de Indalecio Soriano-Fuertes, maestro de capilla de la misma catedral de Murcia, e ilustre músico en época de Fernando VII, quien en su Historia de la Música Española desde la llegada de los Fenicios hasta 1850, libro impreso casi coetáneamente al incendio, nos dice usando seguramente nuevas de primera mano (3):

[…]los dos magníficos órganos que existían en la catedral de
Murcia, y fueron pasto de las llamas en el horroroso incendio acaecido en dicha iglesia el dia 2 de febrero de 1853[…].

Otros grandes próceres murcianos decimonónicos que asimismo nos dan diversas noticias sobre este tristísimo día son el erudito Javier Fuentes y Ponte y el historiador local Pedro Díaz Cassou, de quien ahora su hermosa casa modernista es digna sede de nuestra Real Academia. Nos dice Fuentes en un directo lenguaje periodístico (4):

[…]2 de febrero de 1854.- a las diez y media de la noche, prodúcese un terrible incendio en el coro del Templo Catedral de Murcia, que al parecer fue ocasionado por una chispa de un incensario acaso caida por la mañana entre las tablas del piso al polvo-serrín del segundo órden de sillas; destruyéndose la sillería de coro, los dos órganos, la cúpula del trascoro, el altar mayor, y el cancel de la puerta de los Apóstoles, perdiéndose en tal siniestro algunos objetos de arte[…].

En cambio, Díaz Cassou, en su monumental obra sobre la cronología de los Obispos de Cartagena, escrita en 1895, nos comenta con la lógica serenidad del historiador relatando tiempos pretéritos, como hechos acaecidos bajo el episcopado de Don Victoriano López Gonzalo (1789-1805), la colocación
y posterior desaparición de los órganos (5),

[…]En 1796 y 97, fueron colocados en la Catedral dos órganos
hechos en Cuenca… y los devoró el incendio de 1854[…].

y más adelante, narrando el período en que ocupó la sede murciana Don Mariano Barrio Fernández (1847-1861), relata -con la misma austeridad- la restauración catedralicia y colocación del nuevo órgano Merklin diciendo (6):

[…]restauró la incendiada Catedral, para la que la Reina Isabel II le dio una sillería procedente del convento de San Martín de
Valdeiglesias, y obra del toledano Rafael León y de uno de sus discípulos, ejecutada en 1567-71 y Cabildo y Obispo trajeron é hicieron colocar (3 de Febrero de 1857) un magnífico órgano[…]

Antes del incendio: El órgano renacentista en Murcia

Los órganos que se destruyeron, y cuya memoria es el objeto principal de este discurso, representan la culminación de una estética reveladora de una tradición artesana musical y cultural cuyos orígenes se remontan al primer Renacimiento.

Nada mejor que un documento de un viajero alemán de finales del siglo XV, el médico Jerónimo de Münzer, para situarnos en el entorno geográfico de la Murcia del momento. Nos dice este buen tudesco en su Viaje por España y Portugal en los años 1494 y 1495 (7):

[…]El día 14, volvimos a montar a caballo, y andadas cuatro
leguas por una tierra fértil y llana, llegamos a la antiquísima ciudad de Murcia, que es tan grande como Nuremberga, según pude juzgar viéndola desde la alta torre de la iglesia mayor. Esta iglesia, sólidamente abovedada, tiene ochenta y dos pasos de ancho por ciento treinta de largo, hermosas capillas, amplio coro con espléndida sillería y artístico claustro; hállase consagrada a la Virgen de la advocación de su Natividad y es sede episcopal.
La ciudad está enclavada en una extensa y bella planicie rodeada de montañas, como Milán; pasa por ella el río Segura, del que arrancan varias acequias que distribuyen el agua por todos sitios…es tierra que produce mucho aceite, arroz, almendra, cereales[…]

La Catedral de Murcia, permítaseme que así denomine a la que su nombre oficial designa como Santa Iglesia Catedral de Cartagena, sita en Murcia, estaba ya en esta época perfectamente distribuida en su estructura interior, tal y como nos describe el primer gran historiador murciano de esta época. Éste no es otro que el famosísimo Licenciado Don Francisco Cascales quien, en sus Discursos Históricos, nos detalla la sede catedralicia con todo detalle (8):

[…]No me páro à describir las plaças, calles, edificios nobles, i
famosos, que esta ciudad tiene, que aunque son obras que engrandecen, no son las demas estimacion: pero las que dize[n] piedad i religion, essas es justo inmortalizarlas, tal es la iglesia catedral desta ciudad, labor hermosa, i fuerte, sobervias naves, riquissimo retablo de imagineria, espaciosissimo plano entre dos rexas costisissimas de hierro antorchadas, i con artificioso follage cubiertas de oro, coro, i trascoro insignes, gran numero de capillas, i las mas mui sumptuosas, i principalme[n]te lo es la capilla del marques de los Velez digna de ser visitada de curiosos, i linceos ojos, si bien la torre desta iglesia atrae, i maravilla tanto, que pie[n]so que no ai en la Christiandad otra ta[n] insigne, en cuyo gueco,ò alma està la sacristia, pieça real, ceñida de caxones con tan sutil, i curiosa escultura, que ha causado admiracion a los mas insignes escultores […]

El mismo Cascales, que destaca esa condición de coro y trascoro insignes, en otro pasaje de la obra citada, nos relata la visita que el Emperador Don Carlos hizo a la Murcia renacentista, entrando en la Catedral para hacer oración (9):

[…]luego tomaron el dicho señor tenie[n]te, i regidores las varas, i palio que para el dicho recebimiento estava proveido, i debaxo del llevaron a su Magestad fasta la iglesia mayor, i no co[n]sintio que el palio entrasse sobre la cabeça en la iglesia, i hecha oracio[n] fue tornado a tomar debaxo del palio, i llevado a las casas Obispales hasta llegar a su apose[n]to. Salio el emperador de Murcia co[n] mucha brevedad, no para desca[n]sar que luego el año siguiente se bolviò a embaraçar con el rei Francisco de Francia, por la parte d[e] los estados de Fla[n]des,[…]

Al igual que otras catedrales de similar importancia, la de Murcia tuvo siempre, a lo largo de su historia, entre sus enseres más importantes uno o varios órganos. Es de nuevo Díaz Cassou quien nos habla del primer instrumento que existió en esta catedral, construido en época del Obispo D. Pablo de Santa María, quien ejerció su episcopado entre 1402 y 1415. Dice el erudito decimonónico (10):

[…]D. Pablo de Santa María […]empezó á su costa el primer retablo que tuvo Santa María la Mayor, prodigiosa obra de imaginería terminada en 1419; aisló de la nave, capilla mayor y coro; enriqueció la guardaropía con magníficos ornamentos recamados de oro y seda, regalóá su iglesia un báculo de plata, puso en ella el primer órgano, anterior á aquellos que hacía sonar el sochantre Brujas y parte de cuya caja se aprovechó en el de la ermita de la Fuensanta.[…]

El antes referido Soriano Fuertes también nos informa de la existencia en la Catedral de órgano y organista en torno a 1465, coincidiendo con Díaz Cassou en el nombre del instrumentista (11):

[…]Felipe Brujas, fue gran tañedor de órganos por lo cual en 1465 le pagaba el cabildo de Murcia quinientos maravedis de dos blancas[…]

Es en El Semanario Murciano, Revista Científica, Literaria y Artística, publicación semanal que aparece en Murcia por primera vez el 17 de febrero de 1878, en donde un autor anónimo publicará en varios ejemplares unos
artículos con el nombre de Apuntes para la Historia de la Música en Murcia (12) y en los que, entre otros datos e informaciones, se dan algunas noticias de carácter divulgativo sobre los antiguos instrumentos catedralicios. En su número 24, este anónimo autor nos advierte de que (13):

[…]Murcia poco despues del año 1.400 tuvo su primer órgano en la Iglesia Catedral sonado por el Sochantre Brujas, de cuya caja aún queda parte en el Santuario de Ntra. Sra. de la Fuensanta[…].

Será, sin embargo, la Doctora Consuelo Prats, querida colega y amiga, en su reciente trabajo doctoral (14) la que ha constatado, de manera científica, la existencia de un órgano en la tan temprana fecha de 1477 (15):

[…]La Capilla de Musica de esta Santa Iga. tubo principio a
mediados del siglo 15. como consta del cabo. celebrado a 21. Mayo de 1477 [...] que habia cantores, cuyo nombre tubieron algunos siglos, pero no instrumentistas, cantando aquellos al Organo [...]”.

En cuanto al tamaño y naturaleza del órgano u órganos que existían en la catedral, el doctor Miguel Ángel Roig Francolí, en su trabajo sobre Cabezón (16), es de la opinión de que en esa época:

[…]una corte itinerante como fue la castellana antes de 1561 no contó con ningún órgano de gran tamaño Un órgano pequeño y portátil y un clavicordio habrían sido los instrumentos adecuados para esas funciones en una corte que a menudo cambiaba de sede[…]

Este supuesto es confirmado por la documentación aportada por la Doctora Prats, quien nos informa de que, en 1601, se vendió un órgano pequeño perteneciente a la Catedral de Murcia al cercano Convento de Madre de Dios (17):

[…]que se venda el organillo al convento de la Madre de Dios:
petición del convento en que se le vendiese el organillo que tienen prestado en su casa atento tenía noticia se hacian otros órganos en esta SI ...esta[n]do informados de su valor por el sr Ballesteros, se vendió en 50d.[…]

Los órganos barrocos de la Catedral de Murcia

Justo antes de los dos instrumentos que fueron pasto del fuego, y según la documentación hallada, ordenada y estudiada por Consuelo Prats (18), siempre dispuso la Catedral, a partir de 1600, de dos instrumentos grandes, además de los realejos, colocados en sus sitios habituales, las tribunas a izquierda y derecha del coro, de un tamaño respetable y compuestos a la moda, tal y como se decía en la época: es decir, con todas las innovaciones tímbricas y mecánicas que se sucedían prontamente en el arte organero y que se difundían con celeridad gracias a la competitividad entre los Cabildos por adecuar sus instrumentos a estos últimos hallazgos.

Es en la época del Obispo Don Sancho Dávila Toledo, quien esta presente en Murcia entre 1591 y 1600, cuando se construye el primer órgano grande, tal y como narra Díaz Cassou (19):

[…]1592. En este mismo año, obispo y cabildo hicieron traer un órgano grande de mucha y buena música, que ayudó á colocar Antón Ramírez, primer fabricante murciano de espinelas, de que he encontrado noticia; órgano que reemplazó á los dos que hacía sonar el sochantre Brujas hacia 1465, no tuvo compañero hasta 1630, y fué reemplazado, así como su desigual vis-a-vis,. en 1796 y 1797, poniendo en su lugar dos magníficos órganos hechos en Cuenca, y las cajas en Murcia por el primoroso José Reyes[…]

Esta noticia es confirmada por lo que aparece en el artículo del
Semanario Murciano anteriormente citado (20):

[…] y la primer noticia que de esto se tiene se remonta al año 1592, época en que se construyó el primero de los tres órganos grandes que con el presente ha habido en esta Iglesia Catedral. / Anton Ramirez, organero que ayudó a la colocacion de este órgano […]

También Díaz Cassou nos habla de la construcción de su pareja hacia 1630, siendo Obispo Fray Antonio Trejo (21):

[…]En 1630, coloca otro órgano poco menos grande que el del
lado de la Epístola[…];

Durante el siglo XVII, según la documentación encontrada por la Doctora Prats, únicamente encontramos una ampliación y puesta a lo moderno del órgano construido en 1592, el del lado del Evangelio, realizada por el maestro Miguel Llop en 1658 (22). Asimismo, Bernardo Llop, miembro de la misma dinastía organera, se hace cargo hacia 1671 del mantenimiento de los instrumentos de la Catedral (23).

Pero la primera obra importante de reforma de los órganos que se acometerá en la Catedral será ya en la centuria del setecientos. Es el órgano grande situado sobre la capilla de San Francisco, en el lado del Evangelio, en el que se intervendrá. Instrumento de dimensiones muy considerables para su época, fue construido, a partir del existente, por Domingo de Mendoza entre 1712 y 1713 (24), y era comparable a los que se encontraban en las Catedrales más importantes de los Reynos de las Españas, como podrían ser Toledo, Sevilla, o México. Disponía de dos teclados, el órgano mayor con un total de cuarenta y tres medios registros, de los cuales nueve estaban colocados en forma de artillería en la fachada principal. A su vez estos cuarenta y tres estaban divididos en veinte de mano izquierda y veintitrés de mano derecha. El órgano de cadereta tenía quince medios registros, siete de mano izquierda y ocho de mano derecha. Asimismo sus pisas con contras de veintiséis
y trece palmos, además de las trompetas reales, junto con los más modernos registros de adorno como eran los timbales, ruiseñores o pájaros, gayta y dos ángeles con ruedas de cascabeles colocados en el exterior de la caja del órgano, completaban la disposición del instrumento.

El órgano mediano, situado en el lado de la Epístola, sobre la capilla de Jerónimo de Roda, fue construido en 1726, también a partir del primitivo órgano mediano, por el organero Fulgencio Llop, perteneciente a la citada familia de organeros (25). Es de dimensiones más modestas que el órgano grande, pero aun así remarcables. Disponía de un único teclado de treinta y siete medios registros, con seis de ellos en batalla, y diecisiete medios registros de mano izquierda y veinte de mano derecha. También tenía contras de veintiséis y trece palmos, tambor y timbales.

Éstos eran los órganos incluidos en la barroquísima descripción que hace el Padre Villalba en el capítulo segundo de su obra Pensil del Ave María, escrita en 1730, y que versa sobre la antigüedad y grandeza de la Catedral de Cartagena y Murcia. Dice así ese hermoso documento (26):

[…]Sálese de la Real Capilla bajando por cuatro gradas y al pie de ellas se encuentra con el sepulcro y bóveda de los Capitulares y desde allí nace la clugida que guía toda la nave principal de la iglesia hasta la puerta del Coro y en él hay otra reja semejante a la de la capilla mayor. Es el coro, fuera de su gran capacidad, lo más lucido y curioso en el adorno y sillería que imaginarse puede. Está todo ocupado con dos órdenes de sillas, el uno alto para los capitulares y el bajo para los capellanes y demás ministros. Compónese de cien sillas, con tal arte labradas que excede su curiosidad a lo romano, son muchas las figurillas que las exornan, porque sirven de curiosas maravillas para descanso a los que las ocupan. Hay en medio de dicho coro un facistol grande y de extremada labor que sirve para los libros del coro; y mas dentro dos bancos afelpados para descanso y asiento de los que allí asisten en los oficios de
capas pluviales. Está por lo alto todo circundado con unas barandillas, de suerte que de un lado a otro puedan cruzar los músicos que las ocupan en los días más solemnes. Adornan este coro y solemnizan las funciones de la iglesia tres órganos majestuosos, sirviendo el uno que es el mayor en todo por excelencia digno de enumerarse entre los primeros de las catedrales de España para los días clásicos y más festivos; el segundo para los días de santo doble y el tercero para los santos simples y de ferias[…].

Órgano y Liturgia en la Catedral de Murcia

Es una antigua tradición la colocación de dos instrumentos, muchas de las veces gemelos, en ambos lados del coro: el de la Epístola (lado derecho desde el punto de vista de los fieles mirando hacia el altar) y el del Evangelio (lado izquierdo desde el mismo punto de vista). Esta ubicación era debida, normalmente, a la principal función que tenían encomendada los órganos, que no era otra que la de acompañar a la celebración de los actos litúrgicos comunes a los centros catedralicios, principalmente a la liturgia de las horas –maitines, laudes, prima, tercia, sexta, nona, completas y vísperas– y las celebraciones eucarísticas.

El canto habitual del salterio es el corpus mayoritario en la liturgia de las horas y su interpretación fue establecida ya por San Benito de Norcia en el siglo VI en su Regula monachorum, también conocida como Regula Sancti Benedicti, en la cual y en su capítulo XVII, que habla de la práctica del canto de los salmos, en su epígrafe 6 nos dice: Si maior congregatio fuerit, cum antifonas, si vero minor, in directum psallantur –si la congregación es numerosa se cantarán con antífonas, pero si es reducida, de manera directa–. El profesor Juan Carlos Asensio, querido colega y amigo, una de las actuales autoridades en la teoría y práctica del canto llano, es de la opinión (27), que comparto abiertamente, de que esta definición de cum antifonas no solamente quiere decir que el salmo estaba precedido por una antífona, sino que a causa de la distribución de los monjes en el coro de la iglesia monástica, divididos en dos mitades, cada una de ellas alternaría un versículo del salmo. Naturalmente si la congregación era pequeña, todos los monjes cantarían juntos todos los versículos, in directum.

Es evidente que esta tradición monacal, que se extenderá rápidamente desde los centros rurales monacales a los capítulos catedralicios surgidos a la sombra de las ciudades y centro de peregrinación, se mantuvo inalterable hasta nuestros días. A partir del s. XVI podemos encontrar series completas de salmos polifónicos para alguna parte del oficio, o bien, colecciones de versos para órgano que suplían partes de la interpretación coral. La técnica de ejecución de la salmodia, columna vertebral sobre la que se articulan todas las horas canónicas, tenía distintas modalidades, dependiendo de la solemnidad litúrgica y de las posibilidades económicas de cada lugar: desde un “sencillo” canto llano, hasta la ejecución alternada de los versículos de los salmos (lo que se conoce como alternatim) unos en canto llano, otros con polifonía simple (fabordón) o con versos polifónicos más elaborados, versillos de órganos e incluso música instrumental a cargo de los ministriles. Ciertamente una ejecución en alternatim hacía más variado, rico y solemne el oficio y evidentemente, el surgimiento de los órganos gemelos tiene también como origen esta tradición de la ejecución alternatim, en la que es posible que cada uno de los instrumentos acompañara a su parte del coro.

En este tipo de ejecuciones se debía respetar el tono que iniciaba el canto llano. Los versos que se alternaban en la salmodia eran la mayoría de los casos sencillos y de no muy larga extensión. No así los que suplen al himno que podían tener mayor desarrollo, dependiendo de la longitud de éste. Las citas del cantus firmus (melodía del canto llano) son constantes. Los tratados teóricos de la época nos dan algunas pistas sobre la ejecución “alternatim”: mientras tañe el órgano su verso correspondiente, el resto del coro debe decir en voz baja el verso al que suple el órgano.

De nuevo la Doctora Prats en el trabajo antes citado nos da noticia documental de este tipo de práctica en la Catedral murciana, confirmando lo anterior:

[…] “Salmos que alterna la musica con el organo [...] el s. Rejon propuso lo que avia reparado sobre el salmo Memento Domine David qdo. se canta en el choro con la musica que solo se pronuncian de el la tercera parte de los versos por suplir los demas el organo y asi mismo que en otros salmos qdo hay musica u organo solo se canta la mitad de ellos y que la otra mitad que suple el organo no se dice debiendo el soch. pronunciarla sum missa voce como se executa en los conventos de religiosos que uno dice rezados los versos que tocan al organo porque no se quede sin rezar cosa alguna del Oficio [...] ”(28)

[…] “Versos de los hymnos que lo cante la capilla [...] q. el mo de capilla haga poner en musica los versos de los hymnos q. se cantan por musicos en el officio divino y choro desta Sta. Igla. y q. la capilla de ella los cante qdo. se ofrezca alternativamente con el organo [...]” (29).

[…] “Versos que toca el organo que se recen en voz inteligible en el choro [...] sobre los salmos, hymnos, canticos que no se cantan en el choro por tocar el organo [...] es que dichos versos en los dias clasicos suple el organo respecto de no ser este capaz de articulacion los diga y pronuncie en voz inteligible alguno del choro para que asi se cumpla con el Of .Divino [...]” (30).

Vemos que no sólo en España, sino también en múltiples Iglesias y Catedrales italianas, se han conservado parejas de instrumentos, lo que nos evidencia la hipótesis del acompañamiento a la congregación capitular en la iglesia romana. En países cuya tradición mayoritaria religiosa es la protestante no se suelen encontrar parejas de órganos situadas a ambos extremos del coro. Además desde el punto de vista arquitectónico, el coro en las catedrales católicas solía estar bien en la cabecera de la iglesia, detrás del altar o, como está en muchas de las catedrales españolas, en el centro de la nave y comunicado con el altar mayor a través de la vía sacra.

Víctimas del incendio: Los grandes órganos de Molero

Protagonistas de este esplendor litúrgico fueron, como se ha repetido ya, los órganos. Es un ilustre músico murciano, D. Julián Calvo García (31), organista de la Catedral de Murcia desde 1857 hasta su muerte en 1898, testigo directo y privilegiado del cambio de tendencia en cuanto a la estética
organística del tiempo (32), quien nos aportará de nuevo luz documental sobre estos instrumentos. Inició Calvo García sus estudios musicales de la mano de Don Agustín Giménez, titular de los instrumentos catedralicios que el fuego devoraría y, sin duda, recibió lección en ellos. El mismo Calvo, ya nombrado organista segundo, escribió en 1870 una reseña en la que da cuenta de todo lo que contiene el nuevo órgano romántico, y que fue publicada finalmente en 1891 (33). En esta publicación nos da noticias abundantes sobre como eran los instrumentos destruidos, información muy interesante ya que él conocía de primera mano estos órganos dieciochescos, en los que forjó su futura condición de organista romántico.

Nos dice Julián Calvo (34):

[…]ANTECEDENTES / QUE MOTIVARON LA CONSTRUCCION….. El voraz incendio que estalló en la Santa Iglesia Catedral en la noche del 3 de febrero de 1854, lo primero que consumió fue los dos excelentes órganos que poseía. (Nota 2.ª) […].,

remitiéndonos a continuación a una nota explicatoria en la que relata como era el órgano grande, situado en el lado de la Epístola (35):

[…]Notas complementarias nº 2: Núm. 2. Los órganos quemados según algunos datos, fueron trabajados bajo la dirección del distinguido maestro organero español Sr. D. Fernando Orcasitas (36) –Nos es sensible que por causas ajenas á nuestros deseos, no poder confirmar este dato con pruebas fehacientes, pero conste que D. Fernando Orcasitas Fue organero de mérito y que tuvo sus talleres en el barrio de la Merced habiendo puesto el nombre de Orcasitas á la calle donde vivió.– y por los señores oficiales D. José Alcarria, D. Juan Antonio Gil (37), don Prudencio Navarro y un tal D. Onofre (de Sisante). / El órgano grande fue hecho nuevo y colocado en 1796 en el coro del lado de la Epístola. / El más pequeño fue una refundición de dos que existían antiguos y fue colocado en 1797 en el coro del lado del Evangelio. / Las cajas de ambos instrumentos las hizo un célebre maestro carpintero, llamado D. José Reyes, eran ambas iguales y cada una tenía dos fachadas que daban las principales al coro y las otras al claustro. / Cada uno de estos órganos tenía tres teclados, siendo las teclas de la escala natural, de ébano, y las alteraciones de marfil superior; los teclados podían ser reunidos por medio de unos botones. / Tenía cada uno tres grandes secretos (38) puestos el uno en el suelo para la música de cadereta, otro en el centro y fachada principal que contenía toda la música del gran órgano; el tercero puesto casi al nivel del segundo y junto a la segunda fachada, servía para la música del tercer teclado y lengüeterías de la espalda. / En ambos órganos había flautados de 16 p. Abiertos y de muestra en la fachada principal; las bocas de estos flautados eran doradas á fuego y las del órgano grande tenía unos relieves preciosos. / También tenían flautados abiertos de 8 p. En las fachadas claustrales, lengüeterías completas en ambas fachadas; cada uno tenía tres cornetas, llenos completos, flautados tapados de 16 p. y de 8 p., octavas abiertas y tapadas, quincenas, docenas, lengúeterías interiores, orlos, cimbalas y clarones. / El órgano grande poseía unos 72 registros y además de los que dejamos indicados tenía este como especiales la trompa imperial, el serpentón, el bajón, la chirimía, el bajoncillo, la corneta principal y la tolosana, el fagot, los viejos violines y la voz humana: este ultimo era superior á todos los de su clase. / Las lengüeterías de las fachadas eran de segunda clase y si bien un tanto débiles eran muy dulces y gratas. / Ambas tenían una octava de contras con un flautado de 16 p. y otros de 8 p., no necesitaban tirantes y estaban unidos al teclado principal. / Los fuelles del grande se ponían en acción, paseándose el manchador por encima de un tablero que tenía, en el pequeño por medio de manubrio y en ambos aparatos había una señal para indicar que estaban llenos de aire. / Cuando se quemaron tenían inutilizados la mayoría de los registros por la tierra y el polvo, pues nunca se habían limpiado y únicamente se atendía a la afinación de las lengüeterías[…].

Es ésta posiblemente la descripción del instrumento más detallada que tenemos, además de la del propio autor del mismo. Y el pequeño error de Julián Calvo, al atribuir la autoría del órgano a Fernando de Orcasitas, bien pudo estar motivada por la afirmación de Soriano Fuertes en su obra ya citada anteriormente (39):

[…]En el siglo XVIII hubo en España celebrados organeros, entre los que descuella á mas de Bosch, D. Fernando Orcasitas, natural de Cuenca, y constructor de los dos magníficos órganos que existian en la catedral de Murcia[…],

Una vez más, en El Semanario Murciano aparece una breve noticia sobre la construcción de los órganos (40):

[…]en 1796 y 97 se pusieron en la Catedral los órganos quemados en el incendio de 1854 […],

y correspondientemente, Díaz Cassou de nuevo, concretará (41):

[…] En 1796 y 97, fueron colocados en la Catedral dos órganos hechos en Cuenca, y las cajas en Murcia por nuestro José Reyes: costaron 13.000 ducados […].

En lo que atañe al autor de la caja, el artista murciano José de Reyes, además de la atribución de Julián Calvo en 1891, también de nuevo Javier Fuentes en 1880 y Pedro Díaz Cassou en 1895 nos ofrecen varios testimonios sobre sus diversos trabajos en la Catedral.

Nos dice Fuentes y Ponte sobre la sillería del coro (42)

[…]hizo destruir la antígua silleria y construir otra que en 1790
trazó el maestro carpintero y tallista murciano José de Reyes y la entregó concluída el 23 de octubre de 1803[…],

lo que Díaz Cassou, confirma, con pequeñas divergencias de fecha (43)

[…]en 27 de Marzo del mismo año [1790], el ebanista, hijo de
Murcia, José Reyes, empieza la sillería de coro de 57 sillas, nogal y caoba, que terminó en 22 de Octubre de 1803, y que se quemó en 1854;[…].

De nuevo Javier Fuentes nos informa sobre la caja del órgano y su colocación (44):

[…]en 1796 y 1797, se colocaron en sustitución de estos otros dos nuevos hechos por el maestro organero de la catedral de Cuenca, construyendo las cajas el maestro de Murcia José de Reyes […] costaron los dos órganos 13.000 ducados […].


Para completar los datos acerca de la caja y su pintura, Enrique
Máximo(45), quien ha llevado a cabo una interesante labor de documentación histórica sobre los instrumentos de la sede murciana, afirma en su trabajo para la Fundación Cajamurcia que:

[…]las cajas aparecían compartimentadas por columnas y pilastras, con sus correspondientes frisos y cornisas, decoradas con colgantes y flores, doradas y jaspeadas por sus cuatro frentes en colores rojo, blanco, negro y verde, obra de José Amoraga[…].

Finalmente, y en lo que se refiere a la ornamentación escultórica de la misma, nos informa José Luis Melendreras Gimeno en un interesante artículo (46) publicado en un libro homenaje al catedrático de lingüística de la Universidad de Murcia, Doctor Antonio Roldán Pérez, con motivo de su jubilación, que fue al mismo Roque López, discípulo ilustre de Francisco Salzillo, el maestro al que el Cabildo le encargó las cuatro figuras de ángeles que decoraban las cuatro fachadas de los dos órganos. Fueron dos ángeles de nueva talla, enliezados en blanco, de tamaño natural, de 1,70 mts. de altura (ocho palmos), y otros dos, ya existentes, que fueron reutilizados, tal y como se recoge en las Cuentas de Fábrica de la Catedral murciana (47):

[…]He recibido yo Dn. Roque Lopez, escultor de esta ciudad, dos mil seiscientos rs vn q.e me ha satisfecho el Señor Dn. Fran.co Rubin de Zelis por mi trabajo en componer, y arreglar pª. Una de las caxas de los organos nuebos los mancebos q.e estavan al lado de la muestra del relox dela Ygª. Y hazer de nuevo otros dos mancebos pª. La segunda caja de dhos organos= Y pª. Q.e. conste doy este qe. Firmo en Murcia y Noviembre diez y seis de mil setecient.s noventa y ocho. Rubricado: Roque Lopez[…].

Fue también Enrique Máximo quien sacó a la luz el documento que ha permitido conocer en realidad cómo eran estos tan bien hechos instrumentos, y quién realmente los construyó. En la publicación realizada por la Fundación Cajamurcia (48), el profesor Máximo nos desveló el contrato (49) entre el Cabildo de Murcia y el organero Don Fernando Molero para construir
los dos nuevos órganos del templo catedralicio, y su posterior rectificación para amoldar los órganos a la nueva sillería (50).

Era Don Fernando Molero natural de Cuenca y casó con Catalina de la Orden y Ruíz, hija de uno de los miembros más relevantes de una de las dinastías organeras del siglo XVIII, los de la Orden. Fue su padre Don Julián de la Orden, conquense también, organero de gran prestigio, y a quien se deben, entre otras obras, la construcción de las parejas de órganos de las Catedrales de Cuenca, entre 1768 y 1770, y de Málaga entre 1778 y 1782, imagen en la que Molero se inspiró para la construcción de los órganos murcianos. La reputación de Julián de la Orden y la magnificencia de los instrumentos de Málaga fue tanta entre los Cabildos del Sur de España, que en Murcia no dudaron en acudir a este organero para la construcción de dos órganos monumentales en su Catedral, en sustitución de los que estaban instalados. Finalmente el famoso organero, que había recibido el cargo de organero y campanero de la sede malagueña, rechazó la oferta y delegó en su yerno, Molero, la construcción de los dos órganos murcianos, que conservarán las mismas características de los de la sede malagueña. Se firmó el contrato en Cuenca en 1793, finalizando la obra en 1799.

Tras el análisis del texto del contrato puedo afirmar que Fernando Molero construyó de nueva planta un monumental instrumento para el lado de la Epístola, totalmente nuevo y adecuado a todas las novedades del momento, y asimismo fusionó en un órgano los dos existentes anteriormente, situándolo en el lado del Evangelio (51):

iEl Órgano de la Epístola se construyó como ya he dicho teniendo como modelo el de Málaga, y como éste, disponía de tres teclados manuales, de cincuenta y una notas, de madera de cedro guarnecidos de ébano, y los sostenidos de hueso (52), setenta y siete medios registros, de los cuales treinta y cinco eran de lengüetería. También disponía de un teclado de contras de ocho y dieciséis pies –las contras ha de servir las que tiene el organo (53)–. Los tres teclados accionaban tres diferentes cuerpos del instrumento: el Órgano Mayor, segundo de los teclados, que tenía toda su música a la fachada del coro; el Órgano de la Espalda, tercero de ellos, con su música a la fachada de la nave lateral y el Órgano de cadereta, primero en el orden de teclados, que tras la modificación del contrato únicamente se situó su tubería en el interior de la caja. El proyecto original recogía también la construcción de una cadereta de espalda –como Málaga–, con una pequeña fachada que daría al coro.

El Órgano Mayor tenía cuarenta y un medios registros, diecinueve de mano izquierda y veintidós de mano derecha. Disponía de la gama completa de la familia de los Flautados, partiendo de los 26 palmos, o dieciséis pies hasta finalizar en una Zímbala de tres caños por tecla. También disponía de la familia completa de las Flautas, pudiendo componer Cornetas, tanto de mano derecha, como de mano izquierda, como en eco, y un registro ondulante de flauta travesera. En cuanto a la lengüetería, poseía veinte medios registros, 10 de mano derecha y 10 de mano izquierda. De estos, doce estaban
colocados en la caja, en forma de artillería, y su gama iba desde los cincuenta y seis palmos (32 pies) de la Trompeta Universal hasta la Chirimía Alta de un pie de longitud.

El Órgano de la Espalda, era de dimensiones menores que el Mayor, pero aun así de una efectividad espectacular. Disponía de dieciséis medios registros, ocho y ocho. De estos catorce, ocho eran de lengüetería exterior, colocados también en la caja, en forma de artillería, pero orientados a la fachada de la nave, produciendo unos efectos de espacios sonoros diversos realmente increíbles al ser tañido junto y alternado con el Órgano Mayor.

La Cadereta Mayor disponía de veinte medios registros, ocho de mano izquierda y doce de mano derecha. De estos dieciocho, siete eran de lengüetería interior –situada dentro del mueble del órgano–, y todos ellos, menos la Trompeta Real, estaban colocados en un cajón que se podía abrir mediante una palanca accionada con el pie.

El instrumento del lado del Evangelio, construido por refundición de los dos anteriores, es de dimensiones un poco más modestas que el anterior, pero asimismo de una riqueza sonora portentosa. Disponía también de tres teclados, con el mismo número de notas y en la misma disposición que el de la Epístola, con doble fachada y cadereta interior. El órgano Mayor, a diferencia de su mellizo, que no estrictamente gemelo, partía de los 13 palmos u ocho pies, contando con treinta y ocho medios registros, dieciocho de mano izquierda y veinte de mano derecha. De ellos, diez eran de lengüetería y ocho de estos estaban colocados en artillería, mirando al coro en la fachada principal. El Órgano de la Espalda era bastante similar al de la Epístola. Tenía veintiún medios registros, diez de mano izquierda y once de mano derecha, de los cuales doce eran de lengüetería. Ocho de éstos estaban colocados simétricamente en la fachada del coro en forma de artillería. La Cadereta interior tenía diecisiete medios registros, siete de mano izquierda y diez de mano derecha, de los cuales cinco eran de lengüetería, naturalmente interior. También disponía de caja de ecos, contras y tambores.

Vista la descripción de los nuevos órganos tardobarrocos, puedo afirmar que el conjunto de órganos de la Catedral de Murcia era verdaderamente impresionante. El órgano de la Epístola era un instrumento inmenso, con un lleno de lengüetería completísimo, auténtico objetivo de la organería finisecular del setecientos, y con un teatral juego acústico imitativo a través de las dobles fachadas sonoras. Frente por frente, el órgano del Evangelio, un poco más modesto, pero con todas las posibilidades sonoras de su hermano no le andaba a la zaga. Así, en aquellos tiempos, preludio del ochocientos, la música en los días festivos en las liturgias catedralicias murcianas debió ser, sin dudarlo, un asombroso espectáculo para la vista y los oídos.

Evocación final

Ya dije que en el tiempo forzosamente breve de un discurso académico no era posible sino sólo esbozar la grandeza pretérita de la organería catedralicia murciana. Pero, pese a todo, y abusando de la amabilidad de tan gentil auditorio, debo añadir aún como colofón a mis frases y a la manera de una
imprescindible evocación final, el necesario recuerdo a un gran organista, del que en el presente año estamos celebrando en todo el mundo el quinto centenario de su nacimiento. De todos es conocido que hablo del insigne compositor e intérprete burgalés Don Antonio de Cabezón, nacido en Castrillo en el año 1510, quien tuvo una larga y fructífera dedicación a la casa real española, pues el mismo año en que el Emperador Carlos V se casa con Isabel de Portugal, 1526, Cabezón entra a formar parte del servicio de la Emperatriz. Al morir en 1539 la Emperatriz Isabel, Cabezón pasa al servicio del Emperador don Carlos, que al poco tiempo le asigna al servicio del, primero Príncipe, y luego rey Don Felipe, monarca que profesó toda su vida un enorme afecto por su músico, quien le sirvió fielmente hasta su muerte, acaecida en el año 1566. Fecha ésta triste para la música, pero afortunada para las letras, pues en ese mismo año nacería Don Francisco Cascales (54), el intelectual murciano que parecía así heredar, en el campo de las palabras, el virtuosismo que había hasta entonces poseído el insigne teclista castellano, como también nosotros humildemente completamos ese coro i trascoro insigne por insigne y sonoro.

Homenaje así organístico y murciano son mis palabras en un año especialmente indicado para ello por la efeméride cabezoniana, con lo que esta velada se convierte también en una modesta pero decidida conmemoración de nuestra Real Academia, que se une así a instituciones culturales, educativas
e investigadoras de todo el orbe, evocando la figura y la obra del llamado Orfeo de su tiempo, lejana época en la que ya Murcia, orgullosa ciudad alfonsina y por tanto a su manera castellana, era ya entonces un prometedor foco organístico, como acabamos de demostrar. Y que, siglo tras siglo, no hiciera y sigue haciendo, sino colaborar entusiasta y progresivamente en la que el insigne musicólogo don Higinio Anglés con justicia llamase gloriosa contribución de España a la historia de la música universal (55)

Muchas gracias.

notas complementarias

(1) Archivo de la Catedral de Murcia. [A.C.M.] Actas Capitulares. 1851- 1854. ff. 147v.-148v.

(2) A.C.M. Leg. “Cuenta de lo invertido en la reparación de la Santa Iglesia Catedral”.

(3) SORIANO FUERTES, Mariano: Historia de la Música Española desde la venida de los Fenicios hasta el año de 1850 (IV Voluménes). Barcelona, Establecimiento tipográfico de D. Narciso Ramírez. 1855- 1860. De la Edición Facsímil, Madrid, ICCMU, 2007, vol. IV, pg. 185.

(4) FUENTES Y PONTE, Javier: Fechas Murcianas, primera serie. Murcia, Imprenta de la Paz, 1882, pg. 13.

(5) DÍAZ CASSOU, Pedro: Serie de los Obispos de Cartagena –sus hechos y su tiempo–. Madrid, Establecimiento tipográfico de Fortanet, 1895, pg. 221.

(6) DÍAZ CASSOU, Pedro: Ibid., pp. 235-6.

(7) TORRES-FONTES SUÁREZ, Cristina: Viajes de Extranjeros por el Reino de Murcia. Murcia, Ed. Asamblea Regional de Murcia y Real Academia Alfonso X el Sabio, 1996; pg. 389.

(8) CASCALES, Francisco: Discursos Históricos de la mui noble, i mui leal Ciudad de Murcia. Murcia, Luys Beròs, 1624, Fol. 267v.

(9) Ibid., Fol. 246v.

(10). DÍAZ CASSOU, Pedro: Op. cit., pg 50.

(11) SORIANO FUERTES, Mariano: Op. cit., vol. II, pg. 121.

(12) Estos “Apuntes para la Historia de la Música en Murcia” se publicarán en 11 artículos no correlativos y que están fechados desde el 21 de julio de 1878 hasta el 15 de diciembre de 1878.

(13) ANÓNIMO: “Apuntes para la Historia de la Música en Murcia. (Continuación.) II”. En EL SEMANARIO MURCIANO, nº 24 (28 de julio de 1878), 1878, pg.3.

(14) PRATS REDONDO, Consuelo: Música y Músicos en la Catedral de Murcia entre 1650-1750. Tesis doctoral. Universidad de Murcia. 2009. Agradezco a la doctora Prats su generosidad al facilitarme su trabajo del que he extraído la mayoría de la documentación citada de las actas catedralicias.

(15) A.C.M. Actas Capitulares. Libro 98. Cabildo espiritual 30-6-1802.

(16) ROIG FRANCOLÍ, Miguel Ángel: “Antonio de Cabezón ca. 1510- 1566. En Semblanzas de Compositores Españoles nº 21. Madrid, Fundación Juan March, 2010.

(17) A.C.M. Cuentas de Fábrica. Libro 503. Año 1602.

(18) Para el conocimiento más exhaustivo sobre la documentación del periodo anterior a 1750 es de obligada consulta la obra citada anteriormente de la Doctora Prats Redondo, sobre todo en su apartado dedicado a Organistas y Órganos, pp. 288-329.

(19) DÍAZ CASSOU, Pedro: Op. cit., pg 100.

(20) ANÓNIMO: “Apuntes….”, pg.4.

(21) DÍAZ CASSOU, Pedro: Op. cit., pp 119-120.

(22) A.C.M. Legajos s/n. Memorial de Miguel Llop presentado al Cabildo en agosto de 1658.

(23) A.C.M. Actas Capitulares. Libro no 24, f. 126v. 22-12-1671. En este memorial Bernardo Llop pide al Cabildo que se le pague el aderezo que ha hecho en el órgano grande y, además, el Cabildo acuerda recibirlo como afinador de órganos.
(24) A.C.M. Legajos s/n. Contrato sobre la Composición y Aumento de Registro del Órgano Grande. 23-6-1712.

(25) A.C.M. Libros de Fábrica. Libro nº 509. Año 1724.

(26) VILLALVAY CÓRCOLES, José: Pensil del Ave María…año de 1730, Copia abreviada, Murcia, 1880, pg.19.

(27) ASENSIO, Juan Carlos: El canto gregoriano. Historia, liturgia, formas…; Madrid, Alianza Editorial, 2003.

(28) A.C.M. Libro de Cabildos Espirituales. Libro no 131, f. 12. 6-3-1719.

(29) A.C.M. Libro de Cabildos Espirituales. Libro no 131, f. 49v. 8-1-1723.

(30) A.C.M. Libro de Cabildos Espirituales. Libro no 131, f. 15v. 24-7-1719.

(31) Para el conocimiento de su biografía ver SOBRINO, Ramón.: “Calvo García, Julián”. En Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, E. Casares, ed., Madrid, SGAE, vol. 2, 1999, pp. 942-944 y GARCÍA SECO, J.A.: “Calvo García, Julián”. En Gran Enciclopedia de la Región de Murcia, Murcia, Región de Murcia- Presidencia, 1992.

(32) Será Julián Calvo a partir de 1851, alumno de armonía, composición y órgano de Agustín Giménez, primer organista de la Catedral. En 1857 es nombrado organista supernumerario, en 1869 organista segundo y en 1885 primer organista de la Catedral murciana.

(33) CALVO GARCÍA, Julián, Reseña del Gran Órgano de la Sta. Iglesia Catedral de Cartagena sita en Murcia, Establecimiento Tipográfico de La Paz, Murcia, 1891.

(34) Ibid., pg. 4

(35) Ibid., pp. 19-20.

(36) La siguiente frase entre guiones aparece como nota al pie de página en el documento original.

(37) A la muerte de Molero quedó al frente de la conservación de los órganos de Murcia y fue el responsable de la construcción de nuevos instrumentos en diversas parroquias de la diócesis de Cartagena. De su mano se hicieron el del convento de la Merced, el de la parroquial de San Juan Bautista, ambos en Murcia y el de la parroquial de Santiago de Jumilla (Murcia). Estos dos últimos están incluídos en el Plan de Restauración de Órganos Históricos de la Región de Murcia y pendientes de su restauración.

(38) Las palabras resaltadas en negrita están realzadas en cursiva en el texto original.

(39) SORIANO FUERTES, Mariano: Op. cit., vol. IV, p.185.

(40 ANÓNIMO: “Apuntes…”, pg.4.

(41) DÍAZ CASSOU, Pedro: Op. cit., pág. 221.

(42) FUENTES Y PONTE, Javier: España Mariana. Provincia de Murcia. Parte Primera. Lérida, Imprenta Mariana, 1880, pg. 41.

(43) DÍAZ CASSOU, Pedro: Op. cit., pp. 220-1.

(44) Ibid., pg. 42.

(45) MÁXIMO, Enrique: El órgano Merklin Schütze de la Catedral de Murcia, Murcia, Ed. CajaMurcia Obra Cultural, 1994, pg. 31.

(46) MELENDRERAS GIMENO, José Luis: “Los discípulos de Francisco Salzillo”. En Amica verba: in honorem Prof. Antonio Roldán Pérez, Volumen 2. Ed. Ricardo Escavy Zamora, Eulalia Hernández Sánchez, José Miguel Hernández Terres, Mª Isabel López Martínez. Murcia, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia, 2005, pg. 658.

(47) A.C.M. Legajo nº 9. Cuentas de Fábrica. Organos. Año 1801. Cuenta numero 5.

(48) MÁXIMO, Enrique: Op. cit., pp. 138-149.

(49) Archivo Histórico Provincial de Cuenca [A.H.P.C.], Sección Notarial, ante Manuel González de Santacruz. Protocolo nº 1593. Cuenca, 23 de julio de 1793. Escritura de contrato entre Fernando Molero y el Cabildo de la Catedral para la construccion de un órgano de nueva planta y la refundición de los dos antiguos en uno solo (50) A.H.P.C. Sección Notarial, ante Manuel González de Santacruz. Protocolo nº 1595. Cuenca, 1 de marzo de 1797. Escritura de contrato entre Fernando Molero y el Cabildo de la Catedral para la modificación parcial del proyecto de 1793, al decidirse la no realización de la Cadereta exterior en los órganos.

(51) MÁXIMO, Enrique: Op. cit., pg. 138.

(52) MÁXIMO, Enrique: Op. cit., pg. 141.

(53) MÁXIMO, Enrique: Op. cit., pg. 142.

(54) Dato extraído del artículo de BOLARÍN, Andrés: “El licenciado Cascales en el Renacimiento” pp. 52. Murgetana.23. 1964 Academia Alfonso X el Sabio: Damos como probable que su nacimiento ocurriera en el año 1566. Aparece como revelador un particular testimonio: Cascales manifiesta en 1584 que se hallaba próximo a cumplir los dieciocho años y que servía ya «como un esclavo» a las buenas letras.

(55) ANGLÉS, Higinio: Gloriosa contribución de España a la historia de la musica universal. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1948